La exposición de Mª Luisa Morales nos ofrece una retrospectiva de su trayectoria en el mundo de la pintura en la que aborda diferentes temáticas.

“El trazo de la pintura de María Luisa Morales se proyecta hacia el alma, es intimista, aúna dulzura entrañable y calidez de hogar. Sus bodegones, principal motivo pictórico en esta exposición, son realidades que el pincel traslada al lienzo dando vida a la naturaleza muerta. Paradoja que tiene sentido porque en cada pincelada se percibe a la autora, su personal trazo. El mundo de la pintura de esta artista no se agota en un cuadro. Revive en el siguiente y en el siguiente, pues ella se crece y su especial sensibilidad se recrea primero en el dibujo, y en el color después, en magnifica conjunción”.

Mª Luisa Morales descubrió pronto su inclinación por la pintura. Hija del pintor y decorador Melanio Morales, éste le inculca los primeros conceptos estéticos. Con 13 años asiste a las clases de D. José Conde donde pronto emerge su inclinación por el dibujo y en las que pronto realiza labores de instructora con los más pequeños.

De formación autodidacta, realizó tareas de monitora en la Universaidad Popular de Almansa y diseñó bandas para calzado mientras continuaba pintando. Más tarde asiste a las clases de Carlos Rodríguez que supusieron un fuerte impacto; y con el que aprende la técnica de “sombra y luz” de Velázquez que le descubre nuevos campos para sus trabajos en la pintura.

Su pintura es amable y siempre busca plasmar “temas bonitos” en los que aparecen continuamente objetos de su devoción: flores, frutas, encajes y puntillas. Este tipo de pintura le ha granjeado el favor del público lo que ha supuesto que de sus obras de se encuentran colgadas en muchas las viviendas de la ciudad.

Es feliz pintando y la pintura, como un miembro más de su familia, le ha servido de apoyo en los momentos más difíciles de su vida.